Alzar el vuelo o la verdad de estar vivo

Esto de mutar, de “convertirte en la mejor versión de ti mismo”, como dicen los gurús de YouTube y los de todas partes, no es un capricho efímero como otros. Es un trabajo arduo, como el que cuentan que hace el águila cuando llega a la edad madura (sea una leyenda o no), que se da contra una pared para renovar el pico y luego con este se arranca las garras y a su vez con las garras se arranca las plumas. Y así se prepara para alzar un nuevo vuelo y vivir al menos otros 30 años.

Querer ser uno consigo mismo y además convertirse en un creador pasa, primero que nada, por dejar atrás prejuicios y expectativas de lo que un ser humano en transformación y creador debería ser. No sabes adónde quieres llegar pero al menos tienes claro que quieres mantenerte en el recorrido. Cuando, como el águila viejo, comienzas a darte picotazos contra la pared no tienes claro que un pico nuevo va a crecer. Solo está claro que no quieres languidecer. Solo está claro que estar vivo, ser mejor persona y ser un creador son inseparables.

A medida que envejezco y me da más flojera ocuparme de los tenderetes que uno va montando por aquí y por allá, desperdiciando energías en sílabas huecas, también tomo conciencia de las cosas que forman parte del ser y de lo que me ha costado cada tránsito, cada ciclo cerrado, cada mal hábito superado.

Cambiar de piel es a la vez gratificante y doloroso. Abrir nuevos ciclos es aterrador y al mismo tiempo alucinante, una montaña rusa donde tus gritos se pierden entre subidas y bajadas.

Hay tiempos en que estoy orgullosa de mí misma por haber elegido seguir, en lugar de darme por vencida. Por perseverar en el ser, como lo llamaría Spinoza. Porque ha habido instantes en que la única salida posible parecía ser renunciar al ser (y al estar).

Por eso, cuando al fin has encontrado la fuerza interior para persistir, cuando tu pico de águila comienza a mostrarse, y entonces tienes que arrancarte las uñas y luego las plumas, solo puedes tener la mira en el vuelo que algún día podrías emprender.

Ser una mejor persona creadora es un quehacer de todos los días. Una vida con propósito es el milagro diario. La búsqueda y la recompensa. El vuelo. El camino y el fin en sí mismo.

Por Fanny Díaz

 […] nosotros no intentamos, queremos, apetecemos ni deseamos algo porque lo juzguemos bueno, sino que, al contrario, juzgamos que algo es bueno porque lo intentamos, queremos, apetecemos y deseamos.

Baruch Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico