Fannydades, Ideas, dinero y planchado. Una crónica sobre las ideas y los millones de Mario Vargas Llosa

Una de mis grandes fascinaciones en la vida es la mezcla de frivolidad e intelectualidad. Creo que cuando estos dos elementos se encuentran casi invariablemente nacen buenas historias, o al menos crónicas pop intelectuales que marcan una época.

En los últimos años hemos presenciado un buen ejemplo de lo que digo con la rosada historia entre la reina de corazones y el escribidor, que tantas crónicas y anécdotas ha producido. Si quisiera hacer un recuento de esta elegantemente pintoresca historia de amor desde mi perspectiva, comenzaría por la «irreverencia» de Vargas Llosa al presentarse con un pantalón arrugado y la camisa por fuera al concurso MasterChef Celebrity España, como supuesto miembro del equipo de cheerleaders de su hijastra. Una actitud que puede tomarse como provocación a la dictadura del bien puesto de su novia de entonces o simplemente el dejarse ser de la persona mayor –y además famosísima, en este caso– a la que ya no le importa lo que opinen de su aspecto. Cualquiera de las dos razones daría para una buena crónica sobre el escribidor.

Cuando un intelectual se convierte en una figura pop, como le ha sucedido a Vargas Llosa de la mano de su exnovia celebrity, ningún detalle de su vida queda fuera de escrutinio. Aunque no creo que al escritor le moleste especialmente, porque siempre se le ha visto muy cómodo con su papel de figura pública. Así han salido a la luz anécdotas que de otra manera nunca hubieran pasado de ser curiosidades, o a las que jamás hubiéramos tenido acceso, de no ser por este inesperado romance entre estos dos personajes, en apariencia tan dispares. Por esa rendija nos hemos enterado de la supuesta millonada que Vargas Llosa le saca a su estatus de escritor consagrado y Nobel de literatura, y es probable que también a su no tan recién estrenado estatus de celebridad.

En su canal de YouTube, la periodista Pilar Eyre nos hizo una detallada reseña de las distintas fuentes de ingreso del escritor, sus contratos editoriales y de escritura, y en particular la conferencia ante una audiencia de millonarios (o «ricachones», periodista dixit), por la cual en 2018 el escribidor habría cobrado un millón de dólares. Y a partir de ahí la vida financiera del escritor se convirtió en tema de debate.

Personalmente, siempre he sido simpatizante de la posición política de Vargas Llosa e incluso de su poco disimulado entusiasmo por figurar. Y el hecho de que un escritor cobre por compartir sus ideas –y su presencia– despierta todas mis simpatías. Creo que, quizás sin saberlo, el escritor ha legitimado el derecho a cobrar bien por el trabajo intelectual, le ha devuelto a las ideas un estatus de valor de cambio que habían ido perdiendo en el último siglo. Y nos ha inspirado para que, a nuestro nivel, claro está, aspiremos a ser bien remunerados por nuestros aportes.

Es una crónica del valor de las ideas en un mundo frívolo. O el aporte de las ideas a la frivolidad. En la economía creativa y del conocimiento Vargas Llosa y su arrugada camisa por fuera cobrando millones por las ideas es el mejor aporte que la cultura pop ha hecho a la discusión de ideas. ¿O es al contrario?

Aunque creo que no ha quedado como un caballero a la hora de terminar su historia rosa con la reina de corazones, nos ha dejado la jugosa crónica de un intelectual con una señora que ha hecho de la frivolidad con elegancia su marca. Nada despreciable. Ahora que todo ha terminado, vamos a extrañar estos pequeños escándalos pop intelectuales.

Mientras tanto, tratemos de no ser tan doble discurso: las celebridades ganan millones por representar marcas, pero si un intelectual de la talla de Vargas Llosa hace lo mismo con las ideas es blanco de las críticas más demoledoras. Porque se supone que un intelectual debe condenarse a la pobreza, ¿o es más bien que asumimos que las ideas no tienen valor?

Para mí, el mensaje es claro: las ideas valen, y hay que pagar por ellas. Y si quienes saben de dinero (los «ricachones») están dispuestos a pagar, quiere decir que las ideas son para ellos una buena inversión.

Tomen nota, escribidores, aprendamos de los grandes. Aunque les aconsejo que planchen la camisa si consiguen uno de estos income sources, porque –al contrario de Vargas Llosa– (todavía) no andamos como para rebeldías.

Fanny Díaz

3 respuestas a “Ideas, dinero y planchado”

  1. Me gusta la frivolidad. Tal vez no esa del corazón y papel couche. Esa, no. Esa me aburre y ni siquiera la considero frivolidad. Igual que el humor. El humor me gusta, pero no todos los tipos de humor. No me gusta los chistes, por ejemplo. Bueno, cada uno tenemos nuestras preferencias y está bien que así sea. Un abrazo Fanny.

    1. azurea20, me encantan tus comentarios. A mí en verdad me gustan más las ideas que la frivolidad. Tengo la fantasía de que esta historia nos atrapó porque tenía ese elemento de sorpresa que da la mezcla de frivolidad con lo intelectual. A mí me aburre bastante la frivolidad por sí misma. Igual con el humor. En eso estamos a mano. Cada uno tenemos nuestras preferencias. ¡Qué bueno! Un abrazo y gracias por la visita. Como siempre, me siento muy honrada 💌

Replica a azurea20 Cancelar la respuesta

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Trending