Un día
Mientras el autobús estaba detenido en un semáforo pude leer –y entender– un poema en hebreo escrito en un muro. Mi primer logro de hoy (levantarse y salir a trabajar también podrían contarse como logros, pero no está muy claro).
Leer hebreo no es la gran cosa. No es ni siquiera especialmente complicado. Lo he estado haciendo por más tiempo del que recuerdo. Entender lo que lees es otra cosa. Y darle tu propio sentido a un poema es un punto al que nunca pensé que llegaría.
Otro día
Miro el mundo en español a través de YouTube. Las nuevas palabras, las nuevas estrellas, los nuevos ritmos. Todo es nuevo porque no estoy ahí. Me entusiasma en particular ese español de ninguna parte y de todas que parece ser el español Frankenstein de YouTube. Con cierta frecuencia no puedo distinguir de dónde es alguien. Algunas veces creo saberlo por un modismo y luego sucede que usa otros que alguna vez fueron de un país distinto. Antes casi siempre lograba “adivinar” de dónde era alguien, no tanto por el acento sino por los modismos que usaba. Claro que muchos países siempre han compartido modismos, pero recientemente es más una mezcla, tan orgánica y –como se decía en la prehistoria– ecléctica, que confunde.
Y yo me dejo llevar por el flow (así, sin cursivas, contraviniendo a la Academia). Más que de la emigración, la mezcla lingüística parece venir del adoptar lo que vaya mejor, sin complicaciones, porque realmente no las hay. Eso y la fusión de ritmos está cambiando el panorama del idioma, me parece.
Me gustan también los nuevos vocablos comunes de la red, adaptaciones al mundo online de antiguos verbos, como funar. La RAE dice que es de Chile, pero veo que los youtubers o youtuberos –a quién le interesa– lo usan sin importar la nacionalidad.
Me gusta el bonita y guapa como sustantivo y adjetivo a la vez, que todo el mundo parece usar últimamente, pero también el pana que se cuela hasta en palacios. Y más ahora que la Academia agregó nuestra acepción de levantar. Me seduce el con altura de este idioma endemoniado y subjuntivo que me tocó al nacer.
Otro día más
Se escucha hablar ruso en todas partes. El sonido de fondo de este país parece ser esa lengua ronca y percutiva que alguna vez confundí con todos los amores de toda la historia. Largas conversaciones telefónicas a primera hora de la mañana ambientan los viajes en tren al trabajo. Me pregunto con quién hablan tanto a esa hora, quién tiene todo ese tiempo libre al otro lado para hablar tan temprano. Antes del café, antes de que el mundo empiece a rotar, estas mujeres perfectamente vestidas hablan por teléfono. Y digo mujeres porque ellas son las que más llaman la atención, no porque los hombres no tengan esas interminables conversaciones. Me intriga qué dirán y de dónde sacan energías para hablar así, qué temas tocarán a esa hora en que todos estamos todavía medio dormidos.
Hace tiempo no escucho conversaciones en español en el tren. Suficientes erres en mi cabeza por ahora. Quizás los hispanohablantes no viajan en tren o quizás viajan de incógnito para protegerse de la popularidad que el reguetón le ha traído a nuestra lengua –y por tanto a sus hablantes–. O de pronto, sin ton ni son, como quien dice, hemos escogido hacer silencio.
Hoy
Y tras tanta palabra está el silencio, que te habla.
El silencio que no malgasta palabras.
Por Fanny Díaz
Encantado de saber de ti siempre que publicas, y cuando no también. Además de como expones un panorama ecléctico y multicultural, este texto me parece una declaración de interacción y simbiosis de razas y nacionalidades. Muestra de alguna manera como todos padecemos, más o menos, los mismas dinámicas en las relaciones familiares y sociales. No sé, me pareció a mí. Otra reacción que me generan tus trabajos es el deseo de que fueran más largos. Bastante más largos, si no elimináras todo lo que suprimes. O es intencional dejar con ganas de más. Misterios de la creación. Love and kisses!
Gracias por estas palabras tan sentidas y halagadoras, que viniendo de un lector tan acucioso siempre son inspiradoras. La intención con este texto fue describir mi día a día con la palabra, escrita y hablada. Sucede que vivo en un país donde hay gente de muchas partes y todavía muchas veces me admiro de esa diversidad de la que hablas y también del hecho de ser parte de esa diversidad. Y sí, todos vivimos, más o menos, las mismas dinámicas en las relaciones familiares y sociales. Con respecto a la longitud de mis textos, muchas veces no sale más, no tengo más que decir. Quisiera ser una escribidora más prolífica pero no lo soy. Y por supuesto, hay que dejar con ganas de más 😉 Gracias por la visita. Me hace mucha ilusión saber que me lees y que además comentas mis textos 💌