«En ese grito penetrante en yidish, alte zaaaken, ‘trapeeero’, yo oía siempre las amenazantes palabras en hebreo al tezaaaqen, ‘no envejeeezcas’. Ese grito me sigue produciendo escalofríos».
Amos Oz, Una historia de amor y oscuridad
Tras muchos años en Israel, hasta que me mudé a Rejovot no había escuchado este grito ni visto la figura del trapero o ropavejero en acción, con su carreta cargada, no ya de trapos sino de electrodomésticos viejos. En verdad, el grito no quiere decir «trapero» sino «cosas viejas». Cosas de traducciones.
Muchas veces pregunté qué decía aquel hombre y nadie supo contestarme, y aunque traté de identificar las palabras me parecía que no sonaba a hebreo. Hasta ahora, que leyendo a Amos Oz le encuentro sentido a este grito. Descubro las palabras que he escuchado por años sin entender. Creo que la mayoría de la gente joven ya no sabe qué significan ni en qué lengua. He leído que en otras ciudades, como Beer Sheva y Tel Aviv, todavía se escucha el trapero y su grito en yidish. Seguramente también en Jerusalén, como en los tiempos de Amos Oz. Otro regalo de la literatura para orientarnos en la vida.
Por Fanny Díaz






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