
Este año termina con dolor, con heridas reales y figuradas, con campos de batalla en demasiados lugares, con aviones de guerra sobrevolando nuestros cielos. Pero también con la esperanza de que en un futuro lo más cercano posible la humanidad aprenda de sus propios errores y decida tomar la responsabilidad de «remendar el mundo».
He decidido compartir los mayores aprendizajes, cambios y reacomodos que he tenido este año, uno de los años más transformadores de mi vida, que ya es mucho decir.
1
La relación contigo mismo es la más importante de todas las relaciones. Conviértete en tu amigo incondicional y cuida esta preciada relación de la mejor manera posible.
2
Haz todo el dinero que puedas y consérvalo. Creo que la mayoría de los problemas en la vida se resuelven o se alivian con dinero. ¿No lo crees? Pues entonces abre el espectro: piensa en salud, dinero y amor. El gran compositor argentino Rodolfo Sciammarella nos lo dejó muy claro: «Tres cosas hay en la vida: salud, dinero y amor. El que tenga esas tres cosas que le dé gracias a Dios, pues con ellas uno vive libre de preocupación (…)». Oído por ahí: «Si el dinero no compra la felicidad, la pobreza no puede ni alquilarla».
3
No existen «amistades verdaderas». Una amistad no necesita adjetivos. La amistad es verdadera o no es amistad.
4
Sé amable contigo mismo y con los demás. Al final, la amabilidad es una forma de respeto. Y estamos de acuerdo en que todo ser vivo merece respeto; partiendo del supuesto de que sus acciones no hagan daño a nadie, claro.
5
No hables demasiado, ni en público ni en privado, pero especialmente en público. El tren no es un lugar para discutir tus asuntos privados, ni mucho menos tu aventurada vida para impresionar a tus incautos vecinos, que no tienen cómo escapar de tu interminable cháchara.
6
Lee. Todo lo que puedas. Nunca creas que has leído lo suficiente. No desprecies las “novelitas”, como dicen algunos. Acabo de leer que la lectura de ficción mantiene el cerebro sano, porque el tener que recordar los detalles de una historia hace que el cerebro se esfuerce y cree nuevas conexiones neuronales. ¿Quién lo diría?
7
No creas que las palabras duras son buenos maestros. Quien te quiere bien te dará un consejo o una sugerencia con palabras amables, que no te van a dejar heridas. Aplícalo especialmente a los life coaches y gurús, quienes jamás aceptarían que les hablaras de la manera que ellos lo hacen contigo. No son dioses, aunque se lo crean. Lo mismo es cierto para los consejos que des a otros.
8
Comparte con gente de todas las edades. Los jóvenes te enseñarán a ver el mundo que se abre ante nosotros, te darán herramientas para enfrentar los cambios y probablemente te contagiarán del asombro ante lo nuevo. Los de tu edad te servirán de apoyo y podrán intercambiar experiencias compartidas. De los mayores aprenderás sabidurías intemporales y valores, mientras más espirituales, más intemporales.
9
Elige cuidadosamente con quién te relaciones y de quién recibes consejos. Ten cuidado con los halagos, especialmente esos halagos ambiguos, que con frecuencia no son más que insultos disfrazados. Y, por supuesto, vigila los consejos que das a otros, si alguna vez los das, y que todos tus halagos sean verdaderos, desde el alma.
10
Haz ejercicios, cuida tu cuerpo, cuida tu manera de ver el mundo. Vamos a vivir mucho más que generaciones anteriores. La idea no es vivir más, sino mejor, pero aun así vas a vivir. Es la buena y la mala noticia.
11
Elige tu palabra del año y utilízala como guía. La palabra crea mundos. Tú creas mundos con la palabra.
12
Comparte tu mundo con el mundo. Créate un blog y atrévete a pensar y a publicar tu visión. Quizás, solo quizás, es lo que estamos necesitando.

¡Feliz 2024!





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